Cine Gabo, México y el cine

La relación entre García Márquez y el país azteca comenzó en la década de los 60, cuando siendo entonces corresponsal en Nueva York de la agencia Prensa Latina recibió amenazas tanto de la CIA como de los exiliados cubanos en Estados Unidos por el contenido de sus reportajes. Ante aquella situación, sólo un país cercano estaba en su mente: México.

OPINIÓN

7/1/20251 min read

La relación entre García Márquez y el país azteca comenzó en la década de los 60, cuando siendo entonces corresponsal en Nueva York de la agencia Prensa Latina recibió amenazas tanto de la CIA como de los exiliados cubanos en Estados Unidos por el contenido de sus reportajes. Ante aquella situación, sólo un país cercano estaba en su mente: México.

Ese primer contacto se debió a lo atraído que estaba por la obra La región más transparente del escritor Carlos Fuentes, una novela precursora del boom de la narrativa hispanoamericana, publicada en el año 1958. El encuentro acordado con el autor mexicano fue un 2 de julio de 1961, un día muy marcado en el ámbito de la literatura universal: el suicidio del escritor y periodista estadounidense Ernest Hemingway, uno de los admirados por Gabo.

Desde su llegada a la Ciudad de México, García Márquez entabló una estrecha amistad con varias figuras de la escena cultural mexicana, entre los que estaban José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Augusto Monterroso, Elena Poniatowska y el mismo Fuentes; de igual forma, se relacionó con algunos políticos, como el caso de Carlos Salinas de Gortari antes de que éste llegara a la presidencia.

Eran los tiempos de la guerra fría. Por un lado, Estados Unidos tenía bloqueada la isla de Cuba, y por otro, las dictaduras se iban propagando en países de América Latina. Pero más allá de los intereses periodísticos que aquel contexto pudiera despertar, el ejercicio literario de esos años y las circunstancias desatadas en todo el entorno social caracterizado por los enfrentamientos políticos, económicos y militares, fue en México donde García Márquez desató una fascinación que había germinado en él desde muy joven: el cine.